sábado, 20 de junio de 2009

PAPI, PAPÁ, PAPITO

TERCER DOMINGO DE JUNIO



“Papá, ¿por qué no venías nunca a verme actuar en los actos del colegio?” (Mercedes San Martín, una tarde de 1848 en Boulogne Sur-Mer.)

Los sábados a la tarde, algunos tipos llegan tarde al partido de veteranos programado hace semanas, y ponen como excusa que tuvieron que ir al supermercado.
Últimamente la calle se ha puesto dura para los jefes de familia. Ahora, el tipo tiene que laburar como un perro para mantener una mujer, varios hijos, dos perros y tres tarjetas de crédito. Y esto en el mejor de los casos.
Si es un separado reincidente, las cosas son aun peores. Y encima debe concurrir a las reuniones que los colegios programan para contarles a los padres que clase de hijos tienen en realidad, y que se efectúan en horario de clases, que como bien se sabe es horario de laburo.
Antes, el quia llegaba a su casa después de un día duro, se ponía las pantuflas mientras la patrona le servía un Campari, y husmeaba lo que había de cenar.
Ahora es imprescindible levantarse antes para llevar a los pibes en auto al colegio a tres cuadras de casa, aprovechar la pausa del mediodía para pagar los servicios e impuestos, cuidar el trabajo como si fuera el último, y pasar a la vuelta por el gimnasio para no tener esa pancita que puede ser la causal de permuta por un jovencito de alto rendimiento.
La paternidad responsable se ha convertido en paternidad interminable. Hay que concurrir con mamá al pediatra, mirar los cuadernos de los pibes, disputar por el televisor para mirar media hora de fútbol. Todo por el mismo precio. Y encima cuando alguno se manca del cuore, lo mandan al psicólogo para que aprenda a exigirse menos.
El pater familiae de antes, pateaba al gato si las cosas habían estado muy fuleras allá afuera, hacía ruido cuando tomaba la sopa, y después de cenar se iba al feca a jugar al mus con los muchachos.
Dígame Ud. cuánto tiempo le queda al tipo en estos tiempos para ser autoridad, referencia, ejemplo.
Sin embargo, se de buena fuente que en este despiporre de principio de siglo, muchos iguales se la bancan de pie y hasta felices.
Un gran abrazo en su día.

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