lunes, 12 de enero de 2009

LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA

SOBRE EL PRESENTE Y LOS FUTUROS

De vez en cuando, alguien nos propone canjear condiciones de trabajo por algo seductor, superador y más acorde con los tiempos que corren, que resultará, quien lo duda, altamente satisfactorio para todos.
Ingenuos incorregibles, escuchamos el canto de las sirenas. Luego, flexibilizaciones laborales varias, con promesas y certezas de futuros mejores, nos han dejado un gusto amargo en la boca y un dolorcete crónico en las tripas.
El futuro será mejor, pero queda siempre en el futuro para la mayoría.
El presente produce ganancias al contado para pocos, que son invariablemente los mismos.
Pero todos sabemos que algunos aspectos de nuestro Estatuto del Docente son como demasiado, ¿vió doña?
Si con el mismo rigor tratamos el tema con más amplitud, descubriremos que la culpa no es de la receta, sino de los que comen demasiado.
¡Es la Ética, idiota!, grita nuestra lucidez.
Porque los acuerdos y reglamentos son éticas mínimas de protección. Son contratos donde algunas cláusulas están por si las moscas. Lo no ético es llevar un frasco de moscas en el bolsillo como el truco en el restaurante.
Seamos claros: nos oponemos terminantemente a cualquier cambio en el Estatuto del Docente, pero romperemos las pelotas a morir para recuperar la Dimensión Ética en nuestra profesión.
La docencia es una profesión loable. Algunos docentes no.
Hagamos entonces el pacto de sangre: al que no puede lo ayudaremos. Al que no sabe lo capacitaremos. Y al que no quiera nosotros mismos le daremos la patada final en el culo.

EL DIRECTOR