lunes, 6 de abril de 2009

TRUCO, ELECCIONES Y RECUERDOS

Hoy colabora: Ray Avellino


A mí me gustaba jugar al truco con mi amigo el Chino. El Chino era un buen “pie”. Te llamaba con una clase bárbara. Nunca como esos giles que en lugar de llamarte te anulan. Ejemplo: “¡Vó no me jugué ni negra!”

No. El Chino tenía timing. Nunca ponía cara de sorprendido. Te miraba como un capitán pirata y te decía: Tranqui. Vos ahí sabías que lo que en realidad quería seguir el rumbo, mientras nos manteníamos a media vela mirando hacia adelante con un ojo y con el otro a ver que hacía el otro barco.

Entonces después te decía: ¡atorá! y ahí ponías lo que tenías. Eso, si tenías. Si no tenías, ponías lo que podías pero siempre con cara de que estabas poniendo más porque le tenés una fe bárbara a esa baraja. Total el sentido de la movida era que el rival-no-pie se gaste una carta.

A veces todo salía bien y ganábamos. A veces algo salía mal y no ganábamos ni medio. Pero nunca perdíamos.

A veces no ligábamos nada y chau. Pero nunca perdíamos.

Y si alguna vez nos derrotaban seguíamos adelante otro día. Comprendíamos bien la diferencia entre derrota, final, perder... y otra palabra que parece que no tiene nada que ver como “polenta”, pero si, está muy relacionada con el tema.

Pero nosotros con el Chino, que todavía hoy es mi amigo, teníamos algunas cosas muy claras: -Hay cuidarse de los garcas.-

Los amigos llegan sin buscarlos. Sin regalos. Y nunca insisten.

No se si el domingo ganaremos algo con el Chino. Pero nunca dejaremos de jugar.